Evo dixit

"Quisiera que todos nuestros presidentes sean antimperialistas y anticapitalistas", dijo anoche el mandatario boliviano en la Universidad de Costa Rica. Evo Morales habló durante una hora sobre lo que significa 'refundar' un país.

29/01/15 | 11:55am

Fotografías: Carlos Borbón

Mucha gente y pocas plazas: el gran dilema de la Universidad de Costa Rica se repitió anoche en el auditorio de Derecho, durante la conferencia del presidente de Bolivia, Evo Morales Ayma. Al máximo auditorio del campus solo le caben 500 personas. Sin embargo, se repartieron aún menos entradas: 480, para ser exactos. A la cita con el mandatario, bautizada “El proceso de cambio boliviano”, lograron entrar autoridades académicas y políticas –caras conocidas y otras por conocer–, y un público diverso entre profesores, estudiantes y periodistas.

La puntualidad no se hace esperar. El auditorio está relativamente acomodado desde antes de las 6 de la tarde, con su respectivo rector y sus respectivos diputados, aunque minutos después, Ottón Solís llega para despejar el rumor: ciertamente, el mandatario boliviano aún se encuentra en El Pedregal y ni siquiera ha dado su discurso.

Algunos, para esperar, entablan pequeños diálogos encriptados o discretas conversaciones acaloradas, aunque la mayoría luce abducida por el celular o cualquier otro aparato electrónico, aterrorizada ante la idea de tener tiempo libre y no actualizar el féis.

El murmullo del salón es un cable de alta tensión sobre el que pasan los minutos. Así como la necesidad es la madre de la invención, la espera es la madrastra de los chismes. Por los asientos rueda el cuento de que Nicolás Maduro irrumpirá en la fiesta, aunque su presencia no tiene horario ni fecha en el calendario. Mientras tanto, Oscar Jiménez y Wilson Arroyo, estudiantes universitarios, cortan la fábula con un par de guitarras, hasta que el escandaloso runrún vuelve a apoderarse la sala.

A las 7:14 p. m. llega el presidente Morales, recto y sonriente, acosado por la ovación de un auditorio que no solo aplaude sino que se ha puesto de pie, a solicitud de las autoridades universitarias. De pronto, del ala derecha de la concurrencia –que vista de frente, sería el ala izquierda– estalla un coro que grita: “Mar para Bolivia. Mar para Bolivia”.

Al Presidente lo acompaña su Canciller, David Choquehuanca, entre otros funcionarios y militares de su custodia personal. Tras los respectivos himnos nacionales y las palabras de bienvenida de Yordan Vargas (líder de la Feucr) y Henning Jensen (rector de la UCR), Evo Morales sube a la tribuna seguido por un uniformado que se coloca detrás de él, a una distancia más protectora que prudencial.

Y entonces Evo dice: “La integración es la verdadera liberación de América Latina”.

“Nosotros decidimos pasar de la lucha sindical a la lucha electoral. El campesino, el indígena, el indio, ¿acaso no tenemos derechos políticos? Nos decían que sólo servíamos para votar pero no para gobernar. Desde hace un tiempo venimos demostrando que sí sabemos gobernar”.

No parece un discurso memorizado ni asistido por papelitos, sino el resultado de una conversación antigua, interrumpida tiempo atrás y reanudada en ese momento. El mandatario repasa etapas previas a su llegada al poder y cuánto ha cambiado desde entonces su percepción de la política.

“Yo no creía que rápidamente íbamos a alcanzar nuestro proyecto político”, dice, y explica que, en un principio, rechazó puestos porque en Bolivia los políticos eran vistos como delincuentes.

“La política es la ciencia de servir al pueblo. Si esa es la política, hay resultados. Yo solo creo en el pueblo boliviano”.

(Evo Morales Ayma, 55 años, soltero, nacido en Oruro, exlíder sindical del movimiento cocalero, alcanzó la presidencia Bolivia en 2005, con el 54% de los votos y, al mismo tiempo, se convirtió en el primer presidente latinoamericano que proviene de la comunidad indígena. Morales alcanzó el año pasado su tercer mandato, por lo que estará al frente de su país hasta el 2020).

Evo habla de la refundación de Bolivia gracias al cambio definitivo de tres cosas: en el plano político, la redacción de una nueva constitución; en el plano económico, la nacionalización de las instituciones y los recursos, y en el plano social, la redistribución de la riqueza.

Habla con calma. No arenga ni enfatiza ni padece los tics de la demagogia. Parece más interesado en resumir una larga y complicada historia que en vender un producto; historia que de no haber sido interceptada por varios procesos electorales, sería descrita como una simple y llana “revolución”.

Cumple lo que promete y habla de lo que dijo que hablaría, pero quizá su mayor virtud es que habla de lo que sabe, aunque en alguna parte de su intervención, aclara que él no es politólogo ni economista, y que nunca pudo asistir a la universidad.

Evo también comparte algunos chistes, o más bien, escenas que podrían considerarse tesoros de la dramaturgia política latinoamericana. “Estados Unidos es el único país del mundo donde no hay golpes de Estado porque no hay embajador de Estados Unidos”.

El presidente de Bolivia amenaza con ser aún más ameno. Su tono pausado y su inflexión testimonial encienden el interés por escuchar lo que tenga que decir. Habla de la herencia de sus antepasados (“Si te falta plata, es mejor decir regáleme que robar”), de la ayuda recibida por parte de los gobiernos de Cuba y Venezuela (“Sin su ayuda, este proceso me lo tumbaban”) y de cómo superaron golpes de Estado, revocaciones, separatismo. “Teníamos antes un Estado colonial, mendigo, y hoy tenemos un Estado plurinacional, digno, honesto”.

Por supuesto, el Presidente que no es ni sociólogo ni abogado sino Presidente, habla de economía, donde está gran parte del secreto de su tercera magistratura, y de cómo, pese a todas la amenazas, pronósticos y conspiraciones, con la nacionalización de los hidrocarburos lograron mejorar la inversión (privada y estatal) y las ganancias para el pueblo boliviano, cuya pobreza extrema pasó del 45 al 18 por ciento.

“En Bolivia se exportaba la riqueza. Lo que quedaba, se quedaba en las manos de gamonales, Para Bolivia, nada”.

“Aquí se trata de tomar decisiones políticas. A veces tengo diferencias con los abogados, que dicen que las normas deben estar por encima de las necesidades, pero yo digo que las necesidades deben estar por encima de las normas”.

“Cuando los pueblos saben de su destino, no hay imperio que los derrote. Si no hay divisiones internas, no hay proceso que fracase”, dice el mandatario.

“Cuesta unirnos. Mucha paciencia. Somos diferentes. ¿Cómo lograr consensos? Ese esfuerzo no es en vano”.

A las 20:18 minutos Evo Morales abandona la sala mientras le cae otra lluvia de aplausos.

La fila para salir del lugar es más larga que para entrar. Una parte de la bancada del Frente Amplio también desaloja el recinto. El diputado Jorge Arguedas se apresura a meterse en la cola, mientras le toca el hombro a un muchacho. “Dame un chancecito”, le dice apurado. “Para que no me toque salir con Ottón”.

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