"De lo único que nos faltó hablar fue de fútbol", dice Solís sobre su encuentro con el papa

​El papa Francisco sabe que Costa Rica posee el 5% de la biodiversidad del planeta y que es una nación respetuosa de los derechos de los humanos

Milena Fernández, enviada de AmeliaRueda.com

27/05/16 | 16:53pm

Vaticano-Sonrisas y mucha empatía distinguieron la audiencia del presidente Luis Guillermo Solís con el papa Francisco.

Un papa argentino y un mandatario costarricense se comprenden al vuelo: como un buen padre con un buen hijo, casi “como amigos”, según Solís que, tras el encuentro lucía relajado, contento casi como su hijita de diez años, Inés, también presente.

Tocar la mano del vicario de Roma y hablar con él cara a cara, seguramente ayudó a Solís a superar las huellas del cansancio evidentes este jueves. La mañana de este viernes, en cambio, su mirada se había apoderado de una alegría contagiosa.

El papa un madrugador constante que, se levanta cada día a las cinco, aparecía fresco y como siempre, de buen humor.

Solís quedó encantado con los 20 minutos de conversación transcurridos con Bergoglio, en la biblioteca privada del Santo Pontificio, ubicada en el mismo edificio que acoge el apartamento del pontífice, anteriormente ocupado por sus predecesores. Eso eran los anteriores: apenas asumió el timón de la Iglesia Católica, el papa Francisco decidió vivir una vida más sobria, en la residencia para cardenales de Santa Marta, siempre en el Vaticano.

Al final, el lujoso apartamento papal, decorado con frescos en el techo y en las paredes, pisos de mármol y maderas exóticas, el pontífice lo usa solo para el Angelus de los domingos y para recibir a las delegaciones internacionales en la biblioteca.

El papa Francisco es un hombre culto, bien informado y maneja muchos datos de Costa Rica: sabe que posee el 5% de la biodiversidad del planeta, sabe que es una nación respetuosa de los derechos de los humanos, incluidos los de los migrantes y cómo no, sabe que, históricamente ha puesto en primer lugar el bienestar social. Hoy, la lucha contra la pobreza, como reconoce Solís, es una de sus tareas pendientes.

El primer jefe del gobierno tico había asistido, hace 25 años a una audiencia con Juan Pablo II, pero la de ayer, dice, fue otra cosa. “Encontrarse con un papa siempre produce una gran emoción, pero me sentí muy cómodo con él. Es un hombre de un gran carisma, está muy informado de nuestro país. Tenemos muchas cosas en común. Fue como reencontrarme como un viejo amigo al que no había visto en muchos años”, declaró Solís una vez concluida la audiencia con Bergolio, primero y después con el secretario del Estado Vaticano Pietro Parolin.

Bajo un sol romano inclemente y un calor llegado de Africa, el mandatario detuvo por unos minutos la caravana oficial y conversó con periodistas latinoamericanos en la Vía de la Conciliación, justo donde termina el Estado italiano, a los pies de las espléndidas columnas de Bernimi que bordean la Plaza de San Pedro.

La empatía entre dos figuras latinoamericanas fue evidente. “Hubo una sintonía muy buena, una sintonía mayor habría sido sospechosa. No hablamos de fútbol. Fue lo único que nos faltó. Tenemos una lengua común, un espíritu regional que nos abraza. Hemos encontrado en el Santo Padre una figura entrañable latinoamericana que escribirá páginas muy hermosas en la historia de nuestro continente”, dijo Solís.

La delegación costarricense, formada por 16 personas acudió a la cita con el papa a las 10:50, tal y como había comunicado con anticipación nuestra embajada al Vaticano, pero la radio oficial informó que sería a las 10:30, según dijo a la prensa el portavoz del papa, el padre Federico Lombardi. Por eso, la primera parte de la ceremonia fue abreviada.

Superado el contratiempo, el papa Francisco siguió como si nada. Acarició la cabeza de Inés, la hija de menor de años Solís y la primera dama Mercedes Peñas Domínguez. La pequeña Inés lo invitó a atravesar el Atlántico para conocer a los niños costarricenses. El papa respondió a la invitación con una sonrisa. Solo hizo una expresión de asombro cuando se acercó a bendecir los dos bandejas repletas de rosarios con olor a rosa, talvez hechos en China y otros objetos que, los ahora los ticos llevan en su maleta.

“¿Yo debo bendecir todo eso?”, preguntó el papa a Solís, algo preocupado por el tiempo estrecho. Muy astuto y gentil hizo una bendición única y se despidió del presidente costarricense, la primera dama y la niñita con una sonrisa al mejor estilo Bergoglio.

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