Paquita La Del Barrio: “Canto a nombre mío”

​La intérprete mexicana se presenta por primera vez en Costa Rica en las fiestas de Palmares

17/01/15 | 11:45am

Fotografías: Gloriana Jiménez

Paquita La Del Barrio ya está sentada, pero no termina de acomodarse. Se ha pasado toda la mañana atendiendo periodistas y cada 15 minutos vuelve a empezar de cero. Termina con uno y empieza con otro, y después con otro. Sin embargo, –lo dice su cara– lo peor no es tener que responder lo que sea que vayan a preguntarle, sino tener que bailar por todo el hotel, del balcón a la terraza y del vestíbulo a la piscina, como si su humanidad fuera una oferta válida hasta agotar existencias.

Su malestar de hoy no parece falta de cortesía, sino algo mucho más sofisticado, como una mezcla de apuro, desidia, dolencia y cabreo. Igual que sus canciones. Su repertorio (más de 30 discos en 45 años de carrera) está asociado a una clase especial de despecho, imposible de describir como simple rencor. Lo de Paquita es el arte de desnudar la poesía que palpita en el corazón de todo improperio. Ninguna más sutil que ella, cuando susurra “Rata inmunda”.

Francisca Viveros Barradas –su nombre civil– es chiquitita, voluminosa, concisa. Manos enjoyadas y crucifijo de oro. Asegura que le encanta lavar trastes y quizá también tirarlos, pues cuenta que en sus tiempos de mujer casada era muy celosa. Celosísima. Ahora es viuda y no se ha vuelto a enamorar, a no ser de su familia –hijos y nietos– de quienes vive pendiente, de lo que les falta y de lo que les sobra. “Aunque a esos no les sobra nada”, comenta.

Es la primera vez que la artista mexicana –quien el próximo 2 de abril cumplirá 68 años– visita Costa Rica. Su concierto de este sábado, en las fiestas de Palmares, finalmente arrojará un dato científico sobre quiénes conforman su ejército de seguidores y cuáles son sus intenciones.

A Paquita le cuesta sonreír, aunque sabe hacerlo. Definitivamente, a ella lo que más le gusta de las entrevistas es cantar.

–Cuando canta, ¿a nombre de quién lo hace?

–Canto a nombre mío.

–¿Se considera una embajadora cultual de México?

–Pues dicen que las canciones son cultura, ¿no? Así que podría ser.

¿Y qué opina de la situación que vive México actualmente?

–Pues… Sí sentimos feo, que no estemos seguros, que hay que cuidarse de todo mundo, ¿verdad? Anda uno nervioso, a ver a qué horas le toca a uno, pero, pos no, ahí tenemos que estar.

–¿Usted no se iría de México por el tema de la violencia?

–No, pues tengo a toda mi familia, ¿a dónde voy a ir? Sí podría irme. Pertenezco a Estados Unidos pero no, pos qué voy a hacer, me muero sola… la soledad… de por sí está uno solo. Me voy a Estados Unidos, pues peor la cosa. No, no. Yo tengo que estar en México. Así es.

–¿Cómo la afecta a usted, en lo personal?

–Yo creo que no nada más a mí, sino a todos los artistas y a toda la gente nos perjudica. Han matado a mucha gente, pero me imagino que han matado gentes que están metidas en cosas malas, así es que... Pues no, no podemos decir nada nosotros.

–¿Este clima se traslada a sus canciones?

–Yo canto sobre la situación de las parejas, del amor, de los matrimonios. Eso es lo que canto. Canto rancheras. Es la vida de muchos de nosotros.

–¿Qué tan aislada y custodiada tiene que vivir?

–No, yo me la paso en México en mi negocio, que pienso abrirlo, lo están arreglando ahorita… Otra semana me voy a Veracruz, a ver a mis hijos... Otra semana me voy a Guanajuato, allá tengo otro. Y así ando, vuelta y vuelta.

–¿Anda por la calle, sin preocuparse, sale, va al mercado?

–No, yo no me preocupo. Voy a mercados de vez en cuando, porque no siempre puedo, pero voy al mercado, hago mis compras y nada más, como cualquier señora. No hay que temerle. Mientras usted esté limpia de todo pecado, no hay por qué temer. La gente me respeta mucho y siento que me quieren, así es que eso cuenta mucho.

–¿Conserva su negocio de comidas, Casa Paquita?

–Sí, tiene como 6 años cerrado. Ahorita lo agrandé más y lo están arreglando, a ver si lo reabrimos.

–¿Y va a cocinar también?

–¡No! ¡Yo mando! Ahí está uno y le enseña a los que llegan a trabajar. No hay de otra.

–¿Qué le ha robado la fama?

–Pues me ha quitado, pero me ha dado mucho, bendito sea dios. Yo vivo agradecida con Dios de que me tenga en el lugar que me tiene, me ha dado muchísimo. De ahí como, de ahí visto, de ahí calzo. Me ha dado 8 nietos, mis tres hijos, y no puedo pedirle más a Dios. Lo único que me ha quitado es no poder estar mucho con mis hijos, de chamacos, pero siempre con ellos. Siempre.

–¿Es muy familiar, de mantener unido al clan?

–Sí, sí. A mí me encanta estar lavando trastes, trapear pisos, arreglar la casa, me encanta todo eso. Para mí no ha cambiado nada. Soy como cualquiera de ustedes y la paso bien, a veces con tristeza, a veces llorando, a veces preocupada por mis hijos, por las cosas que no marchen bien… De todo tenemos.

–¿Qué piensa del amor en este momento?

–El amor es hermoso. El amor es un sacrificio de veras. Es un sufrimiento y lo tenemos por momentos, por ratos, algunos años, pero no se puede conservar… No, no se puede… Si no la riegas tú, la riega él… Así es que hay que aprovechar a ser felices, cuando se tiene. Cuando no, pues ya, meterte en la mente que no es eterno.

–¿Cree que la gente se enamora a cualquier edad?

–Yo pienso que sí. Yo desde los quince años me enamoré y hice de mi vida lo que quise. Después, mi segundo marido, también. Viví 30 años con él, ¡más de 30 años! Y aún así lo quería. Y aún así lo extraño, porque éramos una pareja, bien... Aunque con los problemas de la desconfianza que yo tenía con él, yo lo quería mucho. Y así terminé con él, así terminó. Dios se lo llevó, pero también se me quitó un peso de encima. Yo lo celaba mucho.

–¿Muy celosa?

–Sí, mucho.

–¿Y se ha vuelto a enamorar?

–No. No, no, me dedico a mi trabajo, a mis hijos, a mi familia. Y a seguir adelante, porque no me queda otra.

Rata de dos patas es como un himno…

–Sí, ha atravesado muchas fronteras. Nunca pensé que llegara a ser tan conocida, tan aplaudida por la gente. Es una canción más conocida que Tres veces te engañé… esa la canté en España y fue muy conocida allá, y ésta ya le quitó el lugar, yo creo, pero Tres veces no se ha dejado de pedir… ahí van las dos juntas.

–Después de cantar por tanto tiempo Rata de dos patas, ¿ha adquirido un nuevo significado para usted?

–No, pues la canción dice lo mismo siempre. Por ejemplo, Cheque en blanco, dice lo mismo y digo lo mismo.

–Al interpretarla, ¿el sentimiento siempre es el mismo?

–Cada vez que canto una canción, yo recuerdo por qué la canto. También tú la puedes cantar.

–Hábleme de su faceta de compositora.

–Yo compuse tres canciones, pero no tan fuertes. ¡Quién sabe por qué salieron esas canciones, pero las compuse! Todas esas canciones fuertes son de Toscano [Manuel Eduardo Toscano]. Hay una, Arrástrate, esa la compuso una mujer también, pero la mayor parte de mis canciones son hechas por hombres.

–Y usted canta solo lo que le gusta.

–Sí, solo lo que a mí me gusta. No tiene caso cantar lo que a uno no le gusta, no tiene caso. No me salen de aquí [se toca el pecho]. Tengo que cantar algo que diga algo de mí, algo, aunque sea una palabra, pero ya la hice mía.

–Entre un hombre machista y una mujer machista, ¿qué la indigna más?

–Pues los dos, ¿no? Los dos, porque el hombre debe ser amable con la esposa y apapacharla, porque nosotras las mujeres de eso vivimos, del apapacho, de la comprensión del marido. Hay mujeres que sí quieren mangonear al hombre y se ve muy mal. Debe ser una cosa bonita, hasta con la gente, tratarla bien. Las cosas deben de ser tranquilas, y entenderse.

–¿Cuánto más de carrera? ¿Se plantea el retiro o no?

–No, ahorita no. Hasta que yo pueda estar bien, hasta ahí. Por eso quiero abrir mi negocio, para cuando ya no quiera salir fuera, me quedo ahí, en México. El tiempo es el que te va llevando, nosotros nomás estamos aquí de paso, y él es el que nos lleva hasta donde debemos llegar.

“Cuando me sienta mal, cansada, me detendré. Tú te das cuenta si ya no haces bien las cosas, y ya es por demás. Si ya fuiste en la vida algo interesante para la juventud, los ancianos, para la gente, pues ya dejas un buen sabor de boca, deja esa imagen, y no que después des lástima”.

 

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