Manglares costarricenses se redujeron 42% en tres décadas

​Entre 1979 y 1992, la extensión de los manglares se redujo de 64.452 hectáreas a 51.361

20/11/15 | 09:28am

En 34 años, los manglares de Costa Rica se redujeron en un 42 por ciento. En 1979, el país contaba con 64.452 hectáreas de manglares, que para 1995 ya se habían reducido a 51.361 hectáreas. Para el 2013, la extensión de manglares abarcaba únicamente 37.420 hectáreas de territorio nacional.

INVESTIGADORA estado de la nacion, KAREN CHACÓN

La situación actual de ecosistemas específicos, entre los que se incluyen los manglares, forma parte del XXI Informe Estado de la Nación, presentado este martes.

El análisis fue realizado a partir de datos arrojados en el Quinto Informe Nacional al Convenio sobre Diversidad Biológica, presentado conjuntamente entre el Sinac y el Minae a inicios de 2014, y del proyecto “Valoración de los servicios ecosistémicos y del potencial de mitigación del cambio climático en los manglares del golfo de Nicoya”, ejecutado por el Programa de Cambio Climático y Cuencas del Catie.

Ambos estudios señalan las quemas, talas, invasiones, contaminación, erosión y construcción de infraestructura como factores que favorecen la pérdida de manglares. Otros fenómenos que también ejercen presión sobre estos ecosistemas son el aumento del nivel del mar y marejadas fuertes y frecuentes.

“Aunque por ley los manglares son zonas públicas con protección estatal y está prohibida su ocupación, el crecimiento de los cultivos de caña, palma africana y arroz, la corta de árboles para aprovechar su madera o urbanizar terrenos, así como un inadecuado manejo de las pesquerías y la sedimentación por un deficiente uso del suelo en la parte superior de ciertas cuencas, han puesto en serio peligro los manglares de la provincia de Puntarenas”, señala el Informe, citando el reporte del Sinac-Minae.

“La fragilidad de estos ecosistemas no solo tiene efectos sobre la recuperación de la cobertura boscosa, sino que además impacta negativamente su capacidad de producir materia orgánica, albergar distintas especies de fauna (peces, mamíferos, aves, invertebrados e insectos) y servir como sumidero para la absorción de gases de efecto invernadero”, agrega el estudio.

El estudio del Catie analizó la margen interna del golfo de Nicoya, desde Puntarenas hasta Paquera. “Los resultados indican que entre 1956 y 2014 el área de manglares del golfo de Nicoya pasó de 15.620 a 13.516 hectáreas. La mayor pérdida se dio entre 1956 y 1985, cuando la extensión llegó a su punto más bajo: 13.187 hectáreas”, indica el reporte.

INVESTIGADORA ESTADO DE LA NACION, KAREN CHACÓN

“Además, la conversión de manglares a otros usos, como parcelas camaroneras y salineras, causó pérdidas promedio del 92 por ciento (rango de 89 por ciento-96 por ciento) de las existencias originales de carbono. Esta reducción es semejante a la reportada en otros sitios donde se han determinado las diferencias de carbono entre usos del suelo sustitutos de la cobertura de manglar. En el Pacífico Central esa pérdida asciende al 86 por ciento del carbono original”, advierte.

Los manglares son clave como amortiguadores naturales del oleaje fuerte y las inundaciones, fenómenos frecuentes en zonas tropicales. Además, los bosques de mangle capturan carbono de la atmósfera y lo fijan en la tierra, donde puede permanecer miles de años. Cuando estos bosques son dañados, sobre todo para desarrollar actividades agrícolas, se liberan grandes cantidades de gases nocivos a la atmósfera.

Según un documento de la FAO, los manglares de Centroamérica disminuyeron en su conjunto un 35 por ciento entre 1980 y el 2005 en términos de hectáreas, con casos dramáticos como el de Honduras, con una devastación de 56 por ciento, Nicaragua, con un 37 por ciento, y Panamá, con un 32 por ciento.

El reporte del Catie, citado por el Informe, recomienda promover iniciativas y marcos políticos que colaboren con la restauración de los manglares en Costa Rica. “Las recientes experiencias de desarrollo comunitario y restauración ecológica lideradas por Conservación Internacional en el golfo de Nicoya demuestran que es imprescindible el involucramiento de las comunidades locales en todos estos procesos”, concluyó.

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