20% de producción agrícola en Costa Rica tiene rastros de plaguicidas por encima del límite legal

Si usted eligiera aleatoriamente cinco productos agrícolas producidos en Costa Rica, al menos uno tendría rastros de plaguicidas a niveles peligrosos para la salud humana.

Así lo revela un reciente estudio del Servicio Fitosanitario del Estado (SFE), el cual muestra que alrededor de un 20% de la producción nacional sobrepasa el límite legal de residuos de plaguicidas.

El jefe de la Unidad de Control de Residuos del SFE, Esaú Miranda, explicó que Costa Rica ha venido reduciendo el porcentaje de producción que sobrepasa ese límite, pero que aún falta mucho trabajo.

“Todavía nos queda un 19,5% por hacer. Es una tarea de educación y formación al agricultor. Nuestra labor es cada año ir disminuyendo esta brecha de tal manera que lleguemos a tener un porcentaje muy cercano al cero”, señaló el funcionario.

Los límites de residuos de plaguicidas en alimentos son fijados a nivel internacional por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Sobrepasar ese porcentaje representa un riesgo para la salud humana.

“Podría tener (afectaciones en la salud humana), dependiendo del grupo de consumo y grupo etario. No es lo mismo que se pueda consumir por un niño, una persona adulta mayor o una persona de 20 años”, explicó el ingeniero.

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Por su parte, Henry Picado, miembro de la Federación Costarricense para la Conservación del Ambiente (Fecon), indicó que algunos de los agroquímicos encontrados tendrían nocivos efectos.

“Algunos de estos agroquímicos han sido cuestionados a nivel global por causar daños en el desarrollo cognitivo de los niños y niñas. Es el caso del Clorpirifos, que se ha reportado que tiene efectos en la capacidad de aprendizaje de las personas menores de edad”, dijo el ambientalista, a través de un comunicado.

El consumo de plaguicidas en Costa Rica es particularmente alto. Un estudio de la Universidad Nacional publicado en 2015 encontró que el país es el mayor consumidor por hectárea de agroquímicos, con 18,2 kilogramos por hectárea. El segundo lugar fue China, con 17 kilogramos por hectárea.

El consumo excesivo de agroquímicos, además, tiene un impacto en la biodiversidad. Un estudio de la Universidad de Leipzig mostró que, en los últimos 30 años, el mundo perdió un 24% de la población de insectos, en parte por la intoxicación con plaguicidas.

El estudio

La investigación del SFE tomó 5.186 muestras, de las cuales 1.704 provenían de las diferentes regiones agropecuarias del país. Este analizó diferentes productos como semillas, frutas, hortalizas y granos.

Según el estudio, solo un 35% de la producción nacional estuvo completamente libre de residuos de plaguicidas. Ningún país ha llevado ese número al 100%, según dijo Miranda.

Por otro lado, un 65% de la producción tuvo algún rastro de plaguicidas. No obstante, en un 20%, esta concentración fue tan alta que superó los límites de la normativa nacional e internacional.

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En el caso de plaguicidas particularmente cuestionados, Miranda explicó que, al igual que con el total general, alrededor de una quinta parte de estos superó las concentraciones establecidas en la ley.

Esto, sin embargo, varía de acuerdo a los cultivos, según aseguró. En hortalizas, por ejemplo, “por su naturaleza y por su variedad” se utilizan más de este tipo de productos.

¿Por qué quedan rastros?

El jefe de Control de Residuos del SFE explicó que los productos puede tener rastros de plaguicidas por varias razones: aplicar el químico a poco tiempo de la cosecha, mala calibración de los equipos o sobredosificar.

“Los productores no respetan el periodo entre la última aplicación y la cosecha. Aplican hoy y pasado mañana ya están cosechando. Posiblemente el producto dice que hay que esperar cinco días hasta la cosecha”, señaló Miranda.

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Otra posible causa es que el productor compre varios pesticidas de diferentes marcas comerciales, pero que sean el mismo ingrediente activo. Esto puede llevarlos a sobredosificar sin darse cuenta.

“No solamente es una situación para el productor nacional, sino que el consumidor debe exigir productos que cumplan con las buenas prácticas agrícolas. No es solo comprar al mejor postor, sino saber cómo se cultivó. Colaboremos con los productores que lo están haciendo bien”, dijo.